La magia liberadora de Chely Lima
Marilyn Bobes
Una de las
grandes sorpresas de la XXV Feria Internacional del Libro de La Habana fue la publicación por la editorial
villaclareña Capiro de la novela Triángulos
mágicos de Chely Lima, importante
autor de la diáspora cubana y uno de los escritores más importantes de la
generación de los ochenta en la Isla.
Con esta obra, Chely
sigue demostrando su capacidad de riesgo con temas que pocos autores se atreven
a tratar aun cuando vayan desapareciendo en el mundo contemporáneo los
prejuicios relacionados con la diversidad sexual y las disímiles variantes de
acoplamiento entre hombres y mujeres que ya no se restringen a la pareja
heterosexual tradicional.
Escrita entre La
Habana y Quito en el lapsus de 1991
a 1992, Triángulos
mágicos se inscribe en esa avanzada de la literatura cubana que dio como
resultado un “destape” protagonizado en la Isla por los llamados novísimos y al
que se sumaron autores de la promoción anterior.
Pero una novela
como esta demuestra que Chely fue uno de
los primeros en reclamar una nueva actitud hacia el sexo no convencional.
Homosexuales,
mujeres que entonces se consideraban promiscuas y el osado triángulo entre dos
hombres y una mujer no exento de contradicciones, aparecen retratados en la
novela de una manera muy natural, sin teorizaciones aleccionadoras pero con
conflictos generacionales que el autor resuelve en una rebelión devenida
felicidad.
Con recurrencia
al texto Los tres mosqueteros de
Alejandro Dumas, Chely Lima construye sus personajes con excelente eficacia,
exaltando los valores de la amistad por encima de los lazos sanguíneos y
mostrándonos un universo en el que la independencia y una nueva moral se
imponen por sobre los aburridos e hipócritas destinos trazados.
La vida en
comuna, tan cara a la contracultura de los sesenta, se evidencia en el texto
como verdadera realización mientras la maternidad ejercida desde lo masculino
es defendida desde posiciones de vanguardia que conectan al texto con debates
que recién en este milenio han comenzado a desarrollarse en sociedades diversas
de todo el planeta. En este sentido Triángulos
mágicos posee una absoluta universalidad.
Los recursos
estilísticos de la obra se atienen al minimalismo y la economía de medios,
mostrándonos una prosa limpia, precisa, sin amaneramientos, que permite al
lector penetrar en el argumento sin dificultades y aceptar los peliagudos
problemas propuestos con absoluta legitimidad.
No falta en la
obra una alta dosis de humor, lo que la
convierte en un texto lleno de amenidad. Pero en esta aparente ligereza hay un
dramatismo que opone a los deseos con el deber ser de una sociedad que no
parece preparada para aceptar la libertad de los individuos si estos no se
someten a las normas estrechamente prefijadas para un mayor control que se
expande a todas las áreas de la conducta, incluida la sexualidad.
Las vacilaciones
de la protagonista en la aceptación del triángulo son el testimonio de esas
luchas internas entre lo que se quiere y lo “políticamente correcto”, y después
de experiencias fallidas por aceptar lo que parece “normal” el final feliz se
transforma en un llamado implícito a la libre elección.
No conozco en la
literatura cubana, ni en la que se escribe en la Isla como tampoco fuera de
ella, un texto que profundice mejor en las diversidades.
Los que
conocimos a Chely mientras vivió en Cuba ya sabíamos de su vocación por lo
inexplorado. El fue un precursor en géneros que, aunque relacionados con la
literatura, apenas tenían presencia en nuestro panorama cultural.
Es el caso de
series televisivas como Hoy es siempre
todavía o en la tan recordada ópera rock Violente que proporcionaron a los jóvenes de entonces una
actualización sin precedentes con respecto al mundo exterior.
Ahora Triángulos Mágicos reafirma al autor en
esa élite de vanguardia que afortunadamente se abre paso en Cuba, una Isla que
por factores que no enumeraré recibe con cierto retraso los debates sociales y
culturales del mundo exterior.
Por otra parte, esta intención de seguir
el recorrido de escritores que
comenzaron a publicar en la Isla y que han continuado su carrera fuera de ella,
es algo que hay que aplaudir.
En este sentido
las ediciones territoriales parecen estar marcando pautas. Y este es un camino
que deberían seguir otros sellos de más amplia distribución.
Invito pues a los
lectores a disfrutar de Triángulos
Mágicos y a esperar por una nueva novela de Chely Lima que, según anunció el
autor, está en proceso de negociación con una editorial que no reveló dentro de
la Isla.
Gracias pues a
Capiro por este regalo estremecedor.
(Esta nota salió publicada en abril del 2016 en la revista online Cubaliteraria y saldrá próximamente en la revista cubana -de papel- La Letra del Escriba).
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